Impulsados por la pasión y los sacrificios de Jessica y su esposo Salimu, decidimos partir hacia el pueblo y descubrir qué se puede hacer realmente con las donaciones. Desde el principio emergió la transparencia que, incluso desde lejos, se puede percibir, y sobre todo la dedicación y determinación con la que llevan adelante este proyecto.

Fuimos acogidos cálidamente en esta gran familia a la que intentamos, en nuestra pequeña medida, llevar algo de ayuda y sonrisas. Pero la verdad es que las mayores enseñanzas nos las dieron ellos, enseñándonos lo importante que es ayudarse mutuamente, sonreír siempre y estar agradecidos por lo que tenemos. No vemos la hora de volver y abrazar a todos de nuevo.

Mientras tanto, seguiremos comprometiéndonos desde aquí para que tanto esfuerzo y amor lleguen a ayudar a la mayor cantidad de personas posible y para que los sacrificios de Jessica y Salimu ¡se transformen en algo cada vez más grande!

Cuando alguien me pide que cuente mi voluntariado en Kenia, siempre respondo "hay que vivirlo". Cuando regresé a Italia, pensé inmediatamente en volver a partir. Sin embargo, apenas llegué a Kenia, había deseado huir. Cuando llegué, Jessica comenzó a compartir las primeras "reglas generales". Entregándome mi cena, me dijo que debía entrar en la cultura africana, y así comí ugali con las manos desde la primera noche…

Luego me asignó mi bidón de agua mineral y una botella pequeña para rellenarla según necesitara y, con voz cándida pero segura, me explicó que no hay ducha, ni agua caliente, ni agua, ni inodoro… Es en el pueblo donde están nuestros niños (mi Salimu) donde entré en contacto profundo con la cultura africana y vi una cultura profundamente arraigada. Es en ese vasto jardín que ven en la foto donde jugué a la carrera de sacos, a robar la bandera... es frente a la puerta roja donde, en la entrega de comida, vi ojos esperanzados, pero tan hambrientos también de amor...

Es en el consultorio de la pediatra donde vi una humanidad inmensa y una profesionalidad que no esperaba… es en los llantos de los niños al momento de la vacuna donde sentí el amor, la ternura y la necesidad de ser abrazados y de ser abrazada, yo también. La realidad africana está lo más lejos posible de nuestro ordenado estilo de vida, en Kenia la pobreza está prácticamente en todas partes, sin embargo, durante nuestro voluntariado recibimos cientos de sonrisas de parte de los niños…

A lo largo de los caminos, una infinidad de alegres "jambo" de parte de cualquiera que nos encontrara… nada que ver con nuestras "caras" tristes y aburridas, rodeadas de un bienestar difundido que no nos deja percibir las verdaderas alegrías de la vida. Llegas a la consciencia de que la realidad no es lo que al final te hace correr todo el día en el caos de la cotidianidad y te arrastra al cansancio sin fin, que te sumerge en tus problemas y los de los demás… la realidad es "mirar" verdaderamente con los ojos de la consciencia, la única que nos puede ayudar a razonar cómo todo es efímero y que debemos redimensionar el peso de las cosas, situaciones, personas… ver bien las cosas, las VERDADERAS... y lograr dar la justa dimensión a todo.

Fui huésped de Jessica y su familia durante dos semanas en abril de 2024. Pude conocer a muchas familias cuyos niños reciben apoyo a distancia, y se percibe un gran sentido de comunidad dentro del pueblo: cada día fue vivido profundamente desde los primeros minutos después del desayuno con momentos de compartir junto con los otros niños presentes allí.

La naturaleza que rodea la casa de Jessica te deja sin aliento… Fue una experiencia que me permitió ver directamente lo difícil que es vivir en contextos diferentes de aquellos a los que estamos acostumbrados en Italia, la recomiendo a todas las personas que quieran dar una mano a Jessica y que al mismo tiempo quieran conocer Kenia!